Dice la leyenda que con la avioneta empotrada en la entrada de la Hacienda Nápoles Pablo Escobar coronó su primer cargamento de cocaína en Estados Unidos. Dice, también, que uno de los autos antiguos de su enorme colección, lleno de huecos de bala, perteneció a la famosa pareja de bandidos Bonnie y Clyde. Y aunque ambas historias fueron desmentidas por el propio Escobar, el hecho de que durante los años de abandono de la finca tanto avioneta como auto fueran robados por la gente que entró a Nápoles en busca de caletas, demuestra que su mito continúa vivo.
Porque, aunque todavía está ahí, a la entrada, la avioneta de matrícula HK 617 no es la original. Ésa la bajaron del arco blanco y azul que servía como portada de la finca y se la llevaron. La misma suerte corrió el auto antiguo, a pesar de que Pablo confesó hace casi treinta años que lo adquirió en Medellín y él mismo lo llenó de balas con una subametralladora. Pero parece que a la gente poco le interesa saber la verdad: lo importante es conservar el mito del que llegó a ser el narco más poderoso del planeta.